martes, 29 de noviembre de 2011

MI MOTO NO BOTA ACEITE, MARCA SU TERRITORIO I


Hace algunos años atrás, bueno, varios, ok, muchos años atrás tuve un accidente en automovil (lo se, no les sorprende), intentando hacerme el lindo con quien yo pensaba sería mi próxima pareja la fui a dejar hasta su casa (por lo menos esa era la idea), pero en Av. Matta con Carmen tuve un pequeño inconveniente; recuerdo claramente que llovía como si el mundo se fuera a acabar y en esos tiempos Matta tenía gran parte de adoquines ¿Recuerdan los adoquines? ¿Saben lo que son adoquines? Tan rápido no iba, bueno, lento tampoco y al ver que cambiaba el semáforo (si, en esa época ya existían) intenté frenar, pero sorpresa la mía, el auto patinó, en un par de segundos supe que pasaría con rojo, atiné a doblar el manubrio hacia la izquierda, de manera que los autos no chocaran de frente con el asiento del copiloto donde iba ella, resultado: cruzamos Carmen por Matta, impactando con cuatro vehículos y un quinto estacionado en el otro extremo.
Pasado el instante de reconocer que estaba vivo toda mi preocupación se centró en ella, me saqué el cinturón (que evitó cualquier otro incidente mayor) y la vi, pedazos de vidrio se encontraban en su cabellera, intentaba consolarla mientras lloraba (nada grave le pasó) con gritos de fondo que sacudían mi conciencia y sirenas que se acercaban rápidamente me avoqué sólo a intentar calmarla, sombras rodeaban mis pensamientos ¿Y si alguien resultó lesionado, si alguien hubiese muerto por mi impericia? No, no importaban en ese momento las vidas ajenas, quien estaba a mi lado era lo primordial, sacarla de ese estado de shock emocional, demostrarle que estaba viva y sin daños aparentes.
Lograda ya la tarea y sintiendo a ella más calmada veo que un bombero con hacha en ciernes se encontraba sobre el capó, sorprendido vi como daba uno, dos, tres y cuatro hachazos al auto (hasta el día de hoy no entiendo su actuación); tenía que asumir, tenía que responsabilizarme, así que ya que estaba destruido el auto, volé la puerta del piloto de una patada y me bajé mientras escuchaba gritos que me decían que me quedara quieto, pero yo tenía que observar, comprender, entender y saber que había pasado con los demás, escuchaba llantos, niños, un señor se acercó raudo a reprocharme de manera violenta mi estupidez, pero no lo hizo, no sé que cara tendría, pero al aproximarse, cambió su actitud y me abrazó, escuchaba sus palabras como si estuviera en otra dimensión, en un país muy lejano: “calma, ya todo pasará”. No se en que momento me di cuenta que sangraba, quizás al constatar que entre todos los involucrados nadie revestía más que lesiones leves, no se en que momento sentí un cansancio extremo, quizás al verla bajar del auto sin problemas, no se en que momento preciso la realidad subió el volumen de los llantos. Carabineros toma una especie de declaración, yo asiento, fue mi culpa, imprudencia, estupidez, distracción, si oficial, como quiera Ud. decir, si, yo fui el culpable, si, asumo toda mi responsabilidad. No era el peso de pensar que me podría haber matado lo que me carcomía, era la posibilidad de haber afectado otras vidas.
Tienes suerte escucho por ahí, nadie lesionado de verdad ¿Lesionado? Pienso yo, si, hay uno, no creo que vuelva a conducir un automóvil en mi vida…

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