domingo, 15 de julio de 2012

DIARIO DE LA POLOLA DE UN FRACTURADO I

Lado B de una fractura


Por @marielardilla



Fracturarse no es cosa grata. Menos cuando la causa es que una moto de 280 kg te cae en la pierna derecha y cuando en esa misma moto, ese mismo día iba el motoquero [ahora fracturado] y su polola [o sea, yo]
En episodios anteriores han leído el asunto desde la perspectiva del fracturado, pues bien, esta vez, las líneas que siguen a continuación narran el lado B, lo que no se vio o la visión de la polola del fracturado.
No entraré en detalles sobre lo acaecido, baste decir que a mi no me pasó nada aparte de unos moretones pero como había accidente de tránsito de por medio igual fui en ambulancia a la clínica acompañando al Karu.
Y es que desde el momento mismo del evento [ojo, viene una frase rosa] supe que mi lugar era a su lado y que nada ni nadie (ni siquiera él) me iban a mover de ahí [fin de la frase rosa]
Me subí a la ambulancia cosa que costó bastante, no por los machucones sino porque es muy re incómoda, con decirte que hasta los cinturones de seguridad son un cacho. Por otro lado, la paramédico que anotaba y anotaba datos del susodicho era bien amable pero por mucha amabilidad que tuviera igual no le funcionó nunca la radio para comunicarse a la “Central” [imaginé que era como la KGB de las ambulancias] y al final tuve yo que prestarle mi celular para que llamara.
Llegamos a la clínica en cuestión y al Karu lo bajaron en camilla, amarrado y todo, así como en las películas. Cuando yo me incorporaba para bajar por mis propios medios, el paramédico de la clínica me preguntó:
- “¿Usted viene con él?”
- Sí [nooo, como no pasaba la micro hice dedo y me vine en ambulancia. Las preguntitas, oh]
- Ah, entonces súbase a la silla de ruedas, por favor.
Lo miré con estupor porque aparte de moretones y dolores asociados a ellos yo no tenía nada. Cuento corto, me sentaron en la mentada silla pese a mi vehemente petición de evitar ese escenario. Me sentí por un instante como Kenita Larraín. Del Terror [pero, ojo, no me subí el pantalón para mostrar los moretones]
Entraron al fracturado a rayos y perdí su rastro hasta cerca de dos horas después. Mientras, yo figuraba en una silla de ruedas, vigilada por una enfermera y mirando a la pared. Tal cual [díganlo con confianza: patético]
Al  rato me pasaron a un box. Con suerte había una camilla y una pulcra cortina color nácar y muy poco glamour para el manso palo que cobran después [oye que es caro, se fueron al pig] El paramédico que me llevó a ese lugar y que me vio un tanto alterada [no, no histérica sólo alterada] trató de calmarme diciendo que todo estaría bien y que “su mino va a salir del uno de esta”
[Mino??? Tsss patúo]
Figuraba entonces en la camilla cuando llegó el enfermero a ponerme una mariposa y antes de preguntar qué era eso [porque de asuntos clínicos se poco y nada] sentí un pinchazo en el brazo [suave porque tengo buenas venas según lo que dijo el profesional de la salud]. Habiendo terminado la misión de la lepidóptera aquella en mi brazo derecho llegó un doctor muy joven, muy rubio, muy PUC  [tengo tan identificado el perfil UC que los cacho con sólo mirarlos y escucharlos]
El doctor, que además era medio hipster y shúper, me dijo que de todas maneras tendrían que tomar radiografías para descartar cualquier lesión de consideración mayor pero que debía esperar porque “su marido está ahora en rayos” [O_o]
A esa altura estaba media dopada producto de los calmantes intravenosos y no me dieron ganas de romperle la ilusión de la “familia como debe ser” al doctor PUC  así es que esperé mi turno mirando al techo. Mientras eso pasaba, al box vecino llegó una cabrita de unos 15 años acompañada de su madre por un dolor en el estómago que resultó ser un rasca Síndrome pre Menstrual [esta gente ABC1 le duele un dedo y parte a Urgencias. En fin]
Llegó mi turno para someterme a la radiación y para allá partí cual Marie Curie. El radiólogo, mientras me acomodaba en la camilla, me preguntó el motivo de mi “visita” [ofréceme un té y un pan con queso al menos. Visita, ble]
Le conté que venía con el motoquero accidentado y aproveché de preguntar por sus radiografías:
-      Mire, por el dolor que sentía y los gritos que pegaba, yo creo que su marido se quebró la pierna
[O_o por segunda vez]
Tras finalizar el proceso de 12 fotos a mi esqueleto me devolvieron al box desde el que salí y se me erizó la piel cuando escuché los gritos, alaridos guturales del Karu que estaba al otro lado de urgencias. En eso estaba cuando el doctor #shuperhipsterPUC volvió con unos papeles en la mano.
-      Listo, usted se puede ir a su casa. Su marido se queda acá porque lo operaremos mañana a primera hora. Don Karu tuvo una doble fractura en la tibia que debe ser intervenida cuanto antes.
Esperé a que se fuera, ordené mis cosas y me puse a llorar [de manera muy sutil y estilosa, no a moco tendido, obvio]
Cuando me iba [cojeando], sequé mis lágrimas y pasé a verlo.
Me tomó la mano y la besó. Con esfuerzo no menor me acerqué, besé sus labios y le dije cuánto lo amaba. Él, me dijo al oído: “Yo también”
Y mientras me alejaba por el blanco pasillo con el corazón acongojado escuché que me llamaba con fuerza y voz desgarrada:
-      MARIEEEEEEEEEEEEL!!!

Volví sobre mis pasos y con los ojos vidriosos me preguntó

-      ¿Cómo quedó la moto?
-      ¿Dónde está la moto?
-      ¿QUIÉN TIENE MI MOTO?

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