martes, 18 de diciembre de 2012

HISTORIAS DE LA VIDA REAL



El Día que el Papa Tuiteó

Fue un despertar tranquilo, nada presagiaba el horrible desenlace que tendría el día aquel, que sinuosos testigos podrían declarar que los cielos se abrirían y su voz retumbaría en esta tierra…
El asunto es que después de una agradable noche de primavera, que parecía otoño, me levanté de la cama de madrugada para oír a los pajarillos cantar, bueno ya mentira, tuve que ir al baño y no pude seguir durmiendo.
Pasadas tres horas desde la caída del catre y ya vestido con el mejor traje, es decir, polera, jeans y zapatillas, me fui al trabajo. Debido a una rebelde fractura de hace ocho meses que aún producía ciertos dolores, contraté a un “caballero” para que me pasara a buscar todos los días por la mañana, verán, el lleva a sus hijos al colegio cerca de mi trabajo y aprovecha de ganar unas lukitas. No hay otra forma de decir que sus hijos de 8, 9 y 10 años (no perdió el tiempo esas temporadas el caballero) son un plomo, pergüetanos que mandonean a su padre, le gritan, lo tratan como basura frente a extraños y el “caballero” sólo sonríe. Aquel día, por lo menos para mí, se pasaron de la raya y sin embargo el gritoneado me hacía entender que por estas fechas se comportaban así, por mi parte pensaba que un “adiós tía Paty, adiós tía Lela” les vendría de perilla a cada uno de ellos.
Ya en el trabajo reflexionaba sobre la poca tolerancia que tenía de hijos ajenos y padres bobalicones y permisivos (aquí seguramente vendrá el famoso discurso de que nadie les enseña a ser padres). En aquella reflexión me encontraba cuando aparecieron de la nada cinco colegas en mi oficina para tratar algunos temas, pero ahhhhh, no sé en qué momento la discusión derivó en sus hijos y yo poniendo mis mejores caras de indiferencia ¿Cómo decirle a un colega que con suerte me acuerdo de su nombre y voy a recordar el de su hijo? Pero en fin, supuse que serían las fechas, la falta de atención, la falta de distracciones o las derrotas del día a día el que esos padres y madres desesperadamente buscaran proyectarse en la vida de sus hijos, algunos conversaban de lo buen ingeniero que sería, cuando el cabro chico apenas iba a cumplir cuatro años, comprenderán que no podía estar más interesado en el tema y necesitaba terminar con el asunto, así que con la empatía y simpatía que me caracterizan, miré al padre que hablaba y le pregunté con mi mejor sonrisa ¿Pero estás seguro qué es tu hijo?
Poco a poco se fueron dispersando, seguramente con suerte recibiría un par de calcetines de feria como regalo de amigo secreto de fin de año, pero había valido la pena.
Dos horas después me llama el jefe para decirme que tenía que asistir a una reunión en la sede principal de la empresa, ese fue el principio del fin.
Pasados cinco minutos de reunión, los involucrados no encontraron nada mejor que hacer que conversar… sobre sus hijos wn!!!! Pensé que era una cámara escondida, es que no podía ser que dentro de un mismo día los dioses me atormentaran tres veces con el ítem “hijos”. El tema no paró ahí, me van a creer que los padres y madres comenzaron a mostrar la foto de sus retoños y el ritual se extendía entre todos y sonreían y contaban anécdotas. Y aprovechando ese contexto, otro wn comenzó a contar cuándo su hijo de 5 años se perdió y todas las viejas lo miraban con cara de espanto y después una vieja le empezó a replicar al wn de la historia y comenzó una interacción grupal de historias de hijos perdidos y yo ya no daba más, pero lo peor estaba por venir, saqué mi celular y el 3G se había caído!!!!!!!!
No podía entrar a Twitter, no tenía con quien comentar mi sufrimiento y no podía salir de la sala de reuniones, me sentía abandonado, era un infierno, un sudor frío me inundó, comencé a sentir escalofríos, la urticaria asomaba. Me intenté calmar, respiré profundo, conté hasta 10, cuando creía que había alcanzado la paz interior, estos wnes comenzaron a hablar de sus mascotas!!!!!!!! El apego de sus hijos con las mascotas y vuelta al ritual de mostrar fotos y sonrisas bobaliconas. Y se sentían tan realizados hablando de otros que ya tenía claro que ese sería mi infierno personal y el 3G aún no volvía, me costaba respirar, se deslizó por el ambiente el tema de los regalos de Navidad, mi cuerpo no respondía, ya había perdido el habla, no me quedaba nada más que escuchar y asentir.
Fue entonces que comprendí todo, la reunión había comenzado a las 12:12 del 12 del mes 12 del dos mil 12, a esa hora, justamente a esa hora, el Papa, considerado el padre de la humanidad, ya había hecho su primer tuit. La maldición de @Pontifex había cobrado su primera víctima.

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