EL ENFERMO
MENTAL
Un tipo
que sufre una depresión que llega a afectarlo físicamente es alguien que tiene
un desequilibrio mental, es decir, es un enfermo mental.
Sin
embargo pareciera que hablar de alguien que es enfermo mental y que se
encuentra en la palestra pública está prohibido, asunto que cae en las típicas
reglas de trato social estúpidas como por ejemplo:
- Considerar
que por el hecho de ser un bebé, ese ser no puede ser feo y lo sabemos, hay
guaguas horribles, pero hablar de ellas está prohibido.
- Todos
los muertos fueron buenas personas, el personaje pudo haber matado 150 mujeres,
pero al morir se transforma mágicamente en un nuevo Ghandi y es imposible
hablar mal de el.
Estos
lugares comunes auto impuestos por la sociedad y que nos machacan desde
pequeños son las verdaderas barreras a superar, pero aquello no es todo, las
malformaciones que se han dado de conceptos que son aprehendidos por el grupo
social nos llevan nuevamente a la deriva, esas ansias de no sentirse uno más
del montón que llevan a tergiversar cualquier definición sobre nosotros mismos.
Al
parecer la publicidad ha hecho eco de aquel deseo malentendido de considerarse
especial, de renegar de la normalidad, por citar ciertos ejemplos, pareciera
que actualmente tener una familia disfuncional es la “cumbia”, reconocerse
bipolar (sin ninguna intención de corregir esto) es “cool”. Se busca hacer
sinónimos a la normalidad con el aburrimiento, esa patética publicación de
rarezas y estados de ánimo renegados a los cinco minutos ahora es la “moda”.
Trabas
a las que se suman los llamados eufemismos que rondan por todo tiempo y
espacio; ya no son indigentes, ahora son personas en situación de calle, como
si el cambio de nombre los beneficiara de alguna manera, ya no hablamos de
campamentos, se convirtieron en aldeas, pareciera que quisiéramos ocultar en
palabras bonitas la triste realidad que nos rodea y acecha, buscamos
desesperadamente transformar a nuestro mundo y a uno mismo, pero con la ley del
mínimo esfuerzo, ya no importa que es, sino que parece, la flojera corroe
incluso aquello. Y la vida propia pasa a ser tan “aburrida” que preferimos
saber que hace el vecino, que tuitea la estrella, vagar en muros sociales
ajenos y muchos otros parámetros que se ejemplifican en el rating que logran
programas dedicados a la farándula, al copuchenteo.
Dentro
del marco señalado en los párrafos anteriores, esta semana se supo de manera
oficial que Pablo Longueira era un enfermo mental y que por lo mismo seguía la
suerte del maipucino Laurence Golborne y bajaba su candidatura a la Presidencia
de la República. Según varios, pasajes de la enfermedad ya se habían dado en
años anteriores, baste recordar el bullado episodio en que por un medio social,
el ex candidato señaló que había conversado en sus sueños con un fenecido Jaime
Guzmán.
Otros
dudan de su desequilibrio mental y dan a entender que de acuerdo a lo conocido
por las últimas encuestas podría ser superado por Marco Enríquez-Ominami e
incluso por el independiente Franco Parisi y que esa habría sido la verdadera
razón por la que desistiera de su candidatura. No es la idea especular, pero
quizás esas encuestas, sumadas al excesivo trabajo influyeron en su
inestabilidad mental.
Como nota aparte se
debe tener en cuenta que la derecha chilena ya dio por perdida la elección
presidencial y busca enfocarse en las parlamentarias para evitar las reformas
al sistema y a la Constitución Política de la República que grandes sectores de
la sociedad están exigiendo. Y a modo de posdata, dejar establecido que la UDI
es el primer partido político que lleva a un enfermo mental como candidato a
Presidente de la República, por lo menos el primero reconocido.
Fuerte y clarito.... aunque muchos aun no lo reconocen, saben que el engendro de las primarias de la derecha morira en el parto. Desde mi humilde opinion, la gente no es tonta y sabe que a MB le costara muy poco ganar a quien se le ponga por delante, incluida la EM que es como un pato cojo. Merecido se lo tienen.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Si creo que está enfermo. Cómo me gusta imaginar escenarios, pienso que la gota que rebalsó su vaso, tiene apellido (Cienfuegos).
ResponderEliminarInteresante tu análisis previo, respecto de esa "tendencia" a renombrar las situaciones como si aquello lo invisibilizara a la comunidad y se olvida que eso es irrelevante: Lo sustantivo es el indigente, por citar uno de tus ejemplos, y al jugar a los disfraces, los ninguneamos y los volvemos a ofender socialmente.
Es decir, creo que todos (o casi todos para que no se enoje el autor de la columna :) ) estamos enfermos, gravemente enfermos.
A ratos me sentí en un capitulo de los simpsoms, con dos historias relevantes en el mismo episodio...
ResponderEliminarY si, creo que son pocos los que le creen que es la enfermedad lo que bajo al candidato "del centro social... centro derecha... alianza... oficialista" (montón de nombres para la misma mierdita).
Algo no menor y que se ha escapado a los análisis que he leído, es que lo realmente deprimente es que tengamos tanta claridad de las mentiras, de la forma en que manejan la realidad, que no creemos en nada.